Conocí a Anselmo en México en 1995 y, entonces, empezó mi vida castellana, aunque hubiera estado muchas veces antes en Sepúlveda, Riaza, la capital y por supuesto en las montañas del Guadarrama, donde veraneaban mi abuelo y mi padre en su juventud.
Anselmo me recibía en su casa y asistía a mis conferencias y presentaciones en el Ateneo. Me trataba como al hijo que no tuvo y se alegraba de compartir identidades como la castellana, la socialista y la de historiador.
Me regaló todas sus obras y compré su último sobre los orígenes y decadencia de Castilla. Su idea sobre la nación de naciones fue asumida brevemente por Peces Barba y el Psoe en 1977 aunque era historicista y bebía en los escritores de la novela de España. Era un regionalista republicano, en realidad, que concebía a España como una super nación con muchas naciones basadas en los reinos alto medievales de origen leones o aragonés.
Le traté a menudo hasta su muerte en 2002 dando el pésame su hija en el Colegio de México donde realizaba una estancia de un curso. Su primera mujer era hija del veterinario leonés, diputado , embajador y presidente del gobierno de la república en el exilio, Félix Gordón Ordás, y sus vivencias en guerra también eran objeto de mi investigación. Anselmo había visitado México en 1936, desempeñando la gestión del cifra del Ministerio de Estado en guerra. Su pensamiento ha sido reivindicado a menudo por los socialistas federalistas, en especial, por los socialistas catalanistas. Representa una cierta idealización del carácter libertario de los repobladores del condado de Castilla, antigua Cantabria, frente al feudalismo goticista de León. Por cierto, el primer rey de Castilla fue una concesión del rey de Navarra, casado con la condesa castellana. Por su lado, Gordón dejó el legado de unas voluminosas memorias con recopilación documental.
En el año de 2008 siguiendo los pasos de Humboldt quise conocer Costa Firme en América del Sur. Gracias a la Universidad Nacional llegué a Caracas en plena revolución bolivariana. De adolescente había leído la biografía de Bolívar el peor enemigo del imperio en América española a cargo del embajador, catedrático oxoniense y polígrafo Don Salvador, quien llegaría a antifranquista furibundo y presidente del europeísmo liberal después de haberse declarado partidario de la democracia orgánica. En realidad, Madariaga se había declarado miembro de la Tercera España refugiándose fuera de la piel de toro cuando empezó la guerra civil. El caso es que había representado antes a la España republicana ante la Sociedad de Naciones y nombrado efímero ministro por el antiguo emperador del Paralelo devenido en republicano de centro derecha.
Pero volvamos a la aventura del profesor socialista Mateos en el mundo tropical. El caso es que simpatizante del socialismo libertario de Proudhon y miembro antiguo de la corriente Izquierda Socialista, ya desencantado de la vida política tras los largos años del felipismo, Abdón sentía curiosidad por el llamado socialismo del siglo Xxi de Chávez. ¿Era posible construir la igualdad y fraternidad en el mundo de la raza cósmica que había pronosticado el revolucionario mexicano y luego hispanista partidario de Franco, el intelectual Vasconcelos?
Mateos había salido de la academia de Artillería en 1983 al terminar la carrera de Historia. En su versatilidad era actor de teatro desde los quince años, socorrista de la Cruz Roja y estudiante de la especialidad de Sociología Política, una segunda licenciatura. Después de manejar todo el tipo de armamento y disparar cañones en el monte Teleno maragato y de haberse entrenado en Tenerife cuando ganó Felipe y todavía había ruido de sables, Mateos se incorporó al ejército bolivariano en unas vacaciones. Como había llegado a formar a un regimiento en Colmenar en 1985. Como Aníbal, su nombre de guerra, había formado a un regimiento en Colmenar viejo un día que cayó una gran nevada ya que era el mando de más categoría y antiguo presente. Tuvo que rendir homenaje a la bandera y puso su voz más potente gracias a su experiencia como galán de teatro. Mil hombres formados con el fusil obedeciendo sus órdenes. Lástima que no hubieran jurado bandera y tenían todavía escasa instrucción, aunque el suboficial de infantería y abogado Crespo le explicaba todas las tardes como montar y limpiar el cetme o apuntar. Lo de las granadas y metralletas era más complicado. A Aníbal, entrenado en Hoy Fría unos años antes, lo que le gustaba era correr media hora con la compañía todos los días a la hora del aperitivo. Luego., antes del rancho de la comida, una ducha de agua fría. Otros mandos como se tomaban un bocadillo de panceta o chorizo frito a las 11 después de las carreras en formación con el armamento a cuestas, no gustaban de correr media hora antes de mediodía.
El caso es que Mateos al llegar a Venezuela encontró a unos antiguos reclutas hispano venezolanos que se habían integrado en el ejército bolivariano y le saludaron como coronel Aníbal. La chirigota y el ron hicieron el resto porque al rato estos oficiales españoles del ejército bolivariano se encontraron con el comandante Chávez. Presentaron a Mateos como coronel Aníbal canario. Chávez se río a colmillo batiente y le trató como coronel canario, como fueron algunos ancestros del padre de la patria grande, el gran Bolívar.
Mateos le dijo que había que hacer homenaje también al gran revolucionario antiimperialista de América del Norte, el inmortal Benito. Así que iba al menos a adoptar como segundo nombre el del gran Juárez. Y así fue conocido y ascendido a general del Ejército bolivariano en sus estancias en la tierra de la raza cósmica. Incluso tras actuar como fiscal militar en un juicio a un compañero, encausado por corrupción, ya saben en 2010 era todavía tiempos de revolución y de llamados a la independencia económica respecto al capitalismo internacional
Mi discípulo y amigo Abel inició su trayectoria de posgrado hace quince años. Había empezado trabajando sobre las formaciones centristas en el Principado durante la transición. Por aquel entonces celebramos el V congreso internacional de la Asociación de Historiadores del Presente que habíamos fundado hacía diez años. Quisimos avanzar sobre la frontera final convencional de la transición situada entonces y hoy todavía en 1982. Los historiadores habíamos contribuido a fijarla en 1982 gracias a la labor de mi maestro Javier Tusell en congresos internacionales celebrados desde 1988, como el que coordinamos sobre la Oposición al franquismo, con el patrocinio de los ministerios de Cultura, Educación y Exteriores. Acabada de celebrarse también por los historiadores el cincuentenario de la Guerra Civil, aunque la administración socialista y el mismo Felipe González había sido renuente a la conmemoración debido a las políticas de reconciliación y echar al olvido el pasado. Un error de las políticas públicas de uso del pasado y para la memoria democrática, que pronto empezaría a corregirse con políticas de recuperación de baja intensidad que fueran más allá del retorno de la obra de los exiliados y los supervivientes, casi todos de la segunda generación del exilio, la mayoría hijos, antiguos clandestinos o emigrantes politizados en el tejido asociativo oficial, sindical o privado de los españoles de la diaspora.
Asturias socialista era un mito y una realidad que había tenido muchos momentos históricos a lo largo del siglo XX, empezando por el liberalismo radical, el socialismo utópico, el republicanismo federal, la primera internacional o el socialismo organizado. La labor cooperativista, reformista y sindical socialista de Llaneza, apoyada hasta cierto punto por Indalecio Prieto desde Bilbao había tenido también una impronta principal. De hecho, la federación vasco navarra y, en menor medida, la asturiana debido a las escisiones de las Juventudes y de algunos históricos socialistas en el PCOE habían limitado el parlamentarismo de los asutrianos, como demostraron David Ruiz o Adrián Shubert, entre otros. Los anarcosindicailstas también habían arrraigado en tierras asturianas en Gijón y otros lugares. Pero también el sindicalismo agrario republicano y católico, que, a partir del Trienio bolchevique y la crisis de la Restauración se extendería entre los campesinos y mixtos, adscribiéndose al sociamismo, patorcinado también en Cantabria por Matilde de la Torre.
Esta alianza entre mineros, portuarios, metalúrgicos, campesinos mixtos e incluso campesinos pobres o medianos durante los años republicanos permitiría que triunfara la revolución democrática socialista al ganar el Frente Popular las elecciones en Asturias y la zona costera y el eje central de la provincia de Santander. Los gobiernos frentepopulistas de Asturias-León y Santader-Burgos fueron presididos por obreros socialistas, patticipando también en los de coalición con los nacionalistas vascos. Entre Febrero de 1936 y octubre de 1937, un año y medio, guiados por Largo Caballero e Indalecio Prieto, el frente norte resistió y realizó avances socialices y sindicales en el régimen republicano, sin llegar a experimentar apenas las colectivizaciones. No obstante, el cooperativismo y sindicalismo agrario socialista encuadró a decenas de miles de norteños en Guerra, expropiándose tierras y otros bienes inmuebles de los desafectos o especialmente multipropietarios, e implantando contribuciones extraordinarias de Guerra. Hubo, también, violencia anticlerical tras siglos de clericalismo, pero el culto siguió abierto. Algunos párrocos vinculados con los caciques fueron asesinados o se refugiaron, cruzando la cordillera o escondiéndose. La venganza en 1937 alcanzó tintes genocidas contra los emigrantes castellanos trabajadores de las minas o los que hubieran tenido un cargo político, sindical o administrativo local. Los mixtos o campesinos locales afiliados pero no demasiado significados fueron internados en campos de concentración en espera de ser clasificados, movilizados en el ejército franquista e encrtados. Un hermano de mi abuela Inés Prieto o su primo hermano Gandarillas fueron concentrados, aunque pronto recuperaron la libertad. Mi abuelo, retirado del frente poco antes de la caída de Torrelavega y la entrada de los carlistas navarros en Penagos y Pámanes, bastión socialista desde 1903. Se escondió en una cueva, aunque pudo ver a su hija recién nacida. Lo que no salvó fue su pistola de plata, traída de su vida noramericana entre 1918 y 1925, y la vida de su yegua blanca preñada. Muchos de sus amigos fueron encarcelados, huyeron o algunos se escondieron el cabañas o sótanos. A uno le obligaron a salir del escondrijo amenazando matar a su padre, aunque pudo avisarle un día antes del asesinato en plena galerna. Otro de la Casa Campesina de UGT estuvo huido durante años, hasta que en 1947 mataron a Joselón, su amante y hermano. La Brigada Malumbres, formada tras la muerte del Cariñoso y el incendio de Santander de 1941, siguió actuando hasta 1947, contactando con la federación socialista clandestina.
El tercer octubre de José Mata en 1948, rescatado junto a otros 28 guerrilleros y enlaces, y alguna compañera, a iniciativa de Don Inda, cerraba otros dos que se remontaban a la insurrección restauracionista de la república de la coalición republicano-socialista con presidencia parlamentaria del PSOE de 1934 o la caída final del Frente Norte en 1937.
Ahí empieza el libro del doctor González que en apretada síntesis llega al tardofranquismo para recuperar la historia de la reestructuración de la histórica Federación Socialista Asturiana, con apoyo de retornados de primera y segunda generación del exilio, incorporación de universitarios izquierdistas o reactivación de militancias históricas, que había empezado con el retorno de las minas belgas del minero Otilio y su incorporación junto a un zapatero a las ejecutivas federales socialistas clandestinas, todo ello bajo la supervisión de un abogado socialista con minusvalía en las piernas.
Pronto una asutiana venida de Mécico entraría en la ejecutiva ugetista en el primer congreso celebrado por los socialistas y ugetistas, todavía en la ilegalidad, en abril de 1976, que invistió formalmente a Redondo como secretario general y que mantenía en la dirección del sindicato a media docena de exiliados de primera o segunda generación o antiguos clandestinos de posguerra. Nada que ver con la ejecutiva salida de Suresnes, aunque pronto, aparte del activísimo Juan Iglesias, patrocinador de Amat en 1953 tras el homicidio en comisaría del secretario general socialista Tomás Centeno, se incorporó en la del PSOE a un miembro del gobierno frentepopulista de Asturias presidido por Belarmino Tomás. Rafael Fernández sustituía a Miguel Boyer a comienzos de 1977, dimitido antes de la convocatoria de elecciones por sus compromisos profesionales y su deriva socialliberal desde su inicial marxismo en tiempos de la ASU y Juventudes hasta 1965. La dificultad de compaginar vida universitaria, militancia y trabajo profesional en la Administración me parece que tuvo algo que ver en todo ello. También era una forma de paliar las críticas internas tras la dimisión de Bustelo Castellano y pronto de Gómez Llorente, así como la desilusión de los históricos que no pudieron ver al andaluz Fernández Torres de presidente, ante el protagonismo de más de veinte años en la clandestinidad de Ramón Rubial, salido de la cárcel en 1956 y sacrificado pese a una perspectiva de emigración a México. Rafael Fernández casado con la impulsora del secretariado femenino desde México, Pura Tomás, hija del histórico Belarmino, presidente de la cuasi federal Asturias y León de 1937, pasaba a presidir la preautonomía del Principado y a ser alternativamente presidente y secretario de la Federación Socialista, sustituyendo a los jovencísimos militantes, como Sanjurjo, que habían recogido el testigo poco antes de la muerte de Franco. Sin embargo, Fernández, que incorporó a antiguos militantes de la época de la guerra, se vio poco a poco marginado, teniendo que ceder la presidencia de Asturias al un intelectual y escritor socialista y regionalista, que es colaborador y protagonista principal del libro de Abel. Y ahí lo dejo, porque es mejor leerle en esta segunda Asturias Socialista que se mantuvo, como la propia primera época socialista de Felipe, hasta 1995. La histórica Federación mantuvo el nombre y nunca se denominó partido, siguiendo o no las instrucciones del vicesecretario general, Alfonso Guerra, y realizando una división del trabajo entre la administración autonómica, el partido y el sindicato, pese a que, al modo británico, el SOMA dominaba a la Federación Socialista. Parece que seguirá activa la tercera época socialista
Un ugetista y socialista prietista. Nicolás Redondo
Cuando murió Indalecio Prieto el futuro líder de UGT, Nicolás Redondo, iba a cumplir 35 años. Los dos se habían criado en la margen izquierda y los barrios populares del Gran Bilbao. Llevaba casi veinte años de afiliado, desde que empezó a trabajar de aprendiz en la Naval de Sestao. Su padre, administrativo socialista represaliado, era admirador de Don Inda. Nico se había criado con su tía, una segunda madre, que se había casado con su padre al fallecer la vizcaína apellidada Urbieta. Quizá porque entendían algo el euskera, aunque en casa el castellano era la lengua, Nico Redondo Urbieta, el compañero Juan, fue designado para representar a las organizaciones socialistas en el Consejo General Vasco al cumplir los treinta años.
Años antes, al cumplir 9 años, como niño de la Guerra de España, había sido evacuado desde Bilbao a Francia, donde residió con una familia francesa durante tres años, aprendiendo el francés y añorando a su padre que tuvo que retirarse del margen izquierdo hacia Santander hasta caer preso. Entró enseguida de aprendiz en la Naval de Sestao y, ya para 1943, con apenas 16 años empezó a colaborar con las juventudes socialistas y UGT. Una vida de trabajo donde continuó en la fábrica los treinta años siguientes hasta su encarcelamiento, pero antes ya fue detenido brevemente en varias ocasiones, huyendo en otras como en 1951, 1956 o 1967.
En plena guerra mundial era un niño, huérfano de madre y separado de la familia, como otros líderes históricos socialistas y ugetistas incluidos el abuelo fundador Pablo Iglesias y los coetáneos Largo Caballero, Prieto y Saborit. La gran familia socialista eran su patria y su comunidad.
Con otros veteranos, impulsaron una culebra en la Naval en solidaridad con los mineros asturianos en mayo de 1962. Aunque formaron un comité de alianza sindical con un representante de CNT y los solidarios vascos de ELA, fue difícil extender los comités de alianza a los principales centros de trabajo y localidades industriales. Aun así en 1964 la Alianza Sindical De Euzkadi convocó un paro y manifestación por el primero de mayo. Todavía se recordaban los ecos de la gran huelga general del primero de mayo de 1947 y el paro convocado por el Consejo General Vasco en 1951. Ya entonces a Nicolás le estuvieron buscando y fue detenido brevemente. De nuevo en 1954 y sobre todo en 1956 y 1958 hubo una generalización de la protesta obrera, con la constitución de comités o comisiones para mejorar las condiciones de vida y trabajo, que, junto a la entrada de España en la OIT, coadyuvaron a que se aprobara la ley de convenios colectivos franquistas y se eligieran enlaces del sindicato vertical con más libertad. En el País Vasco, no obstante, la mayoría de los trabajadores seguían tomando las elecciones a chufla, votando a Sofía Loren o Cantinflas.
Nicolás tenía ya dos hijos que continuarían la tradición socialista, como lo harían los de su compañero Eduardo López Albizu, o muchos otros. La margen izquierda era una comunidad cerrada de sociabilidad del movimiento obrero donde sobrevivieron las organizaciones socialistas y comunistas en las barriadas tomando chiquitos por las tardes y pasándose noticias de lo que decían los antiguos largocaballeristas, Rodolfo Llopis o Pascual Tomás, secretarios generales del PSOE y UGT, respectivamente. Otras veces se pasaban un recorte de El Socialista con un discurso o un artículo ocurrente de Don Inda, pues después de su muerte siguieron publicándose sus discursos y artículos por la prietista Agrupación Socialista Española de México. Todo ello a pesar de que empezaban a regresar a las organizaciones algunos antiguos negrinistas o seguidores de Largo Caballero anteriormente marginados o expulsados.
Tras el cumplimiento de su condena por Ramón Rubial, un tornero que había formado parte del comité de huelga revolucionaria de octubre de 1934, siguiendo las instrucciones de Prieto, quiso emigrar a México, pero Llopis le pidió que se quedara en Erandio asesorando a Antonio Amat. Poco después de la caída general del otoño de 1958, que detuvo a casi una centena de socialistas de toda España, tanto veteranos de Valencia, Madrid, Málaga o Sevilla como jóvenes mineros de Asturias, y graduados universitarios y abogados socialistas de Madrid, Barcelona y San Sebastián, nombraron a Ramón Rubial, el compañero Pablo, vocal de la ejecutiva del partido socialista, junto al psiquiatra e incipiente escritor, el arrollador Luis Martín Santos. Para la de UGT promovieron al principio a Palomo, el caballerista malagueño Francisco Román, y luego a Gema, Emilio Agüero, residente en Madrid, aunque el camarada Román, al que a veces, dada su simpatía, le daban el nombre de guerra, “chanquete”, ya había dimitido en 1964 cuando murió en accidente de tráfico Martín Santos. Así que la parte clandestina de las comisiones ejecutivas no terminaba de funcionar, pero en 1964 Rubial intervino para constituir la primera comisión permanente de las Ejecutivas socialistas, pasando por ellas, sucesivamente, los históricos Agüero, Cristóbal Cáliz Almirón, Alfonso Fernández Torres, de la Juan Zarrías, la mayor parte andaluces o extremeños residieran o no en Madrid.
Junto a ellos los asturianos y vascos lideraban la organización, pero solamente la incorporación de militantes de la generación de hijos de la guerra a partir de 1967, con Enrique Múgica “Goizalde”, antiguo estudiante de derecho comunista, iba a ir radicalizando posturas. De hecho, la huelga de Bandas, con la que solidarizaron los ugetistas, y que fue la primera emergencia de la nueva izquierda sindical de origen cristiano de la JOC y la HOAC, de la socialista autogestionaria USO, iba a hacer ver a los jóvenes socialistas y ugetistas vascos que había que, como diría Redondo, “radicalizar posturas”.
De hecho, al poco reunieron a la internacional juvenil socialista en Portugalete con asistencia de miembros de la segunda generación del exilio como Manuel Simón o del renacido secretariado femenino y juventudes como Carmen García Bloise o de los exiliados de la disuelta agrupación universitaria ASU, Miguel Ángel Martínez, ya dirigente internacional.
En 1968 Nicolás Redondo impulsó en la Naval la formación de un comité obrero unitario con USO, el PCE y la naciente izquierda abertzale, después de la celebración de unas asambleas y hasta la elección directa de 15 representantes, delegados de los trabajadores en vez de los enlaces sindicales. Al poco algunos fueron detenidos y al comienzo de 1969 se convocó por UGT, Juventudes Socialistas y el PSOE la primera tentativa de huelga general para toda España, coincidiendo poco después el estado de excepción tras las protestas por la muerte del estudiante del Frente de Liberación Popular, Enrique Ruano.
Más de medio centenar de ugetistas fueron encarcelados en el País Vasco y otros muchos como el propio Rubial o Redondo fueron deportados y confinados en localidades de Extremadura y otros lugares. Enrique Múgica se encargó de visitarlos y coordinar a las organizaciones durante el estado de excepción y poco después también se recuperó a Antonio Amat para impulsar la reestructuración de las organizaciones en otros lugares, que andaba en su Vitoria natal desde 1964 alejado de la coordinación tras más de una década como animador de la clandestinidad y el reclutamiento de universitarios y jóvenes o veteranos obreros socialistas.
Al poco el compañero Juan iba a ser promovido a dirigente nacional de las organizaciones, para pasar a ser desde finales de 1970 miembro de las ejecutivas del partido y del sindicato, y luego secretario político, es decir, el principal dirigente de la clandestinidad hasta Suresnes y la elección de Felipe González como primer secretario.
Sin embargo, en un encuentro a tres hace más de diez años con Antón y Nicolás, éste último restaba importancia a todo ello. En realidad, modestamente señalaba que no había hecho otra cosa que cumplir con el legado de su familia y comunidad socialista. Después de 1970 las responsabilidades ocupadas hasta 1994 serían otra época y otra cosa.
Compañero Juan
Desde 1970 se había forjado la unidad de acción del antifranquismo tras años de guerra de la izquierda debido a la herencia de la guerra civil. A partir de entonces, hubo conversaciones para la creación de la plataforma democrática que reuniera a la oposición moderada con las fuerzas del antifascismo histórico sin la exclusión de los comunistas y la nueva izquierda radical. Exponentes regionales de esa unidad de acción fueron la creación de la Asamblea de Cataluña o el Fondo Unitario de Solidaridad Obrera Antifascista en Asturias. No se logró una única postura de cara a las elecciones sindicales de 1971 pero toda la oposición obrera salvo el dominante PCE defendió la abstención.
En el País Vasco la protesta obrera había dado lugar en 1973 a la creación de una plataforma unitaria reivindicativa entre UGT, CCOO y USO, que trajo consigo la detención de los líderes socialistas, Nicolás Redondo y su estrecho colaborador José Antonio Saracibar, y comunistas, como Tomás Tueros. En ese contexto, también habían sido detenidas las direcciones de USO y de CCOO en 1972. Los dirigentes de CCOO habían ido detenidos en una reunión donde debatían el futuro de la unidad sindical tras la liquidación del Sindicato Vertical y el final del franquismo. Ello dio lugar a una campaña en solidaridad con los dirigentes de CCOO que se conocería como el proceso 1001.
La campaña de solidaridad tuvo dos vertientes adicionales. Por un lado, UGT y USO, sin dejar de solidarizarse con Comisiones, quisieron también extender hacia sus organizaciones las campañas de solidaridad contra la represión de sus dirigentes, a pesar de estar ambas organizaciones inmersas en un proceso de reestructuración después de crisis internas y escisiones. De este modo, en el verano de 1973 el último congreso de UGT en el exilio contó con la asistencia de delegaciones de USO, y Redondo, compañero Juan, fue confirmado en ausencia como primus interpares del sindicato, además de desempeñar la secretaría política del PSOE.
Por el otro, la concertación unitaria antifranquista entre la oposición obrera llevó a realizar un proyecto de huelga general con ocasión del comienzo del proceso contra la plana mayor de Comisiones Obreras. A estas reuniones en Madrid asistieron representantes de la izquierda radical, que incluía a nuevas formaciones procedentes de ETA como el Movimiento Comunista. El representante de la UGT y del PSOE apoyó el proyecto de huelga general siempre que ETA no utilizara la violencia. Sin embargo, ETA siguió con sus planes de hacer coincidir la huelga general con un atentado mortal que convirtiera el día en una situación prerrevolucionaria. No parece que terminaran avanzando los proyectos de una huelga general, pero lo interesante es que todavía en 1973 se planteara esa posibilidad de movilización que había constituido un mito antifranquista desde la convocatoria sin éxito por el PCE de la Huelga Nacional Pacífica en 1959.
Finalmente, el inicio del juicio contra CCOO coincidió con el atentado mortal contra el presidente Carrero Blanco sin que la oposición obrera se lanzase a la huelga general. Se podría decir que el atentado a primeras horas de la mañana del día provocó una reacción de miedo, paralizando también las acciones de solidaridad en el espacio público. A pesar de la conmoción por el asesinato de Carrero Blanco, Marcelino Camacho fue condenado a veinte años de prisión, mientras que otros dirigentes se quedaron con pena de entre 17 y 12 años. Las penas serían rebajadas un año después.
Por su lado, Nicolás Redondo y la dirección de USO vieron postergados sus procesos en el Tribunal de Orden Público, aunque el líder socialista fue despedido de la fábrica, quedando liberado por la organización, decidiendo dedicarse a la reorganización de UGT.
La reacción franquista trajo consigo amenazas de represión generalizada contra los dirigentes obreros, siendo detenidos socialistas como Joaquín Jou Fonollá dirigente del PSOE en Cataluña y muchos otros. No hubo una represión generalizada y no se promulgó el estado de guerra como pedían algunos franquistas, pero el antiguo director de policía, Carlos Arias Navarro, terminó siendo nombrado presidente del gobierno franquista, lo que contentó a los duros del régimen, que pronto serían conocidos como el bunker.
No hubo nuevos proyectos de huelga general revolucionaria, salvo en el País Vasco donde a finales de 1974 hubo una convocatoria con bastante éxito. No obstante, en 1974 se creó la Junta Democrática con secciones en muchas localidades y centros universitarios, mientras que el PSOE, los nacionalistas vascos y la oposición moderada comenzaron a preparar la Plataforma de Convergencia Democrática, que incluiría en 1975 por primera vez a organizaciones de la izquierda radical.
Un año después se celebró el primer congreso socialista en Madrid en la semiclandestinidad, el XXX de UGT, donde el compañero Juan, volvió a ser Nico, Nicolás Redondo, un líder socialista y ugetista ya hombre público, para reconstruir el sindicato durante casi veinte años a la par que Felipe González lideraba al PSOE y le llevaba a una larga etapa de gobierno en el que se consolidó el estado del bienestar pese a la crisis, se aprobó la ley orgánica de Libertad Sindical y España volvió a Europa, de donde no se había ido nunca la UGT aún bajo la bota de Hitler y en los comienzos de la reconstrucción del sindicalismo y las instituciones europeas.
Abdón Mateos, catedrático de Historia, vocal asesor de la agencia de acreditación del Ministerio de Universidades, miembro de FETE-UGT y ex secretario general de ASU
Fondo de testimonios orales y escritos de políticos, sindicalistas e intelectuales, recogidos entre 1984 y 2020. Disponibles bajo licencia Creative Commons - Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.