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- By Abdón Mateos
- Historia y Vida
Un ugetista y socialista prietista. Nicolás Redondo
Cuando murió Indalecio Prieto el futuro líder de UGT, Nicolás Redondo, iba a cumplir 35 años. Los dos se habían criado en la margen izquierda y los barrios populares del Gran Bilbao. Llevaba casi veinte años de afiliado, desde que empezó a trabajar de aprendiz en la Naval de Sestao. Su padre, administrativo socialista represaliado, era admirador de Don Inda. Nico se había criado con su tía, una segunda madre, que se había casado con su padre al fallecer la vizcaína apellidada Urbieta. Quizá porque entendían algo el euskera, aunque en casa el castellano era la lengua, Nico Redondo Urbieta, el compañero Juan, fue designado para representar a las organizaciones socialistas en el Consejo General Vasco al cumplir los treinta años.
Años antes, al cumplir 9 años, como niño de la Guerra de España, había sido evacuado desde Bilbao a Francia, donde residió con una familia francesa durante tres años, aprendiendo el francés y añorando a su padre que tuvo que retirarse del margen izquierdo hacia Santander hasta caer preso. Entró enseguida de aprendiz en la Naval de Sestao y, ya para 1943, con apenas 16 años empezó a colaborar con las juventudes socialistas y UGT. Una vida de trabajo donde continuó en la fábrica los treinta años siguientes hasta su encarcelamiento, pero antes ya fue detenido brevemente en varias ocasiones, huyendo en otras como en 1951, 1956 o 1967.
En plena guerra mundial era un niño, huérfano de madre y separado de la familia, como otros líderes históricos socialistas y ugetistas incluidos el abuelo fundador Pablo Iglesias y los coetáneos Largo Caballero, Prieto y Saborit. La gran familia socialista eran su patria y su comunidad.
Con otros veteranos, impulsaron una culebra en la Naval en solidaridad con los mineros asturianos en mayo de 1962. Aunque formaron un comité de alianza sindical con un representante de CNT y los solidarios vascos de ELA, fue difícil extender los comités de alianza a los principales centros de trabajo y localidades industriales. Aun así en 1964 la Alianza Sindical De Euzkadi convocó un paro y manifestación por el primero de mayo. Todavía se recordaban los ecos de la gran huelga general del primero de mayo de 1947 y el paro convocado por el Consejo General Vasco en 1951. Ya entonces a Nicolás le estuvieron buscando y fue detenido brevemente. De nuevo en 1954 y sobre todo en 1956 y 1958 hubo una generalización de la protesta obrera, con la constitución de comités o comisiones para mejorar las condiciones de vida y trabajo, que, junto a la entrada de España en la OIT, coadyuvaron a que se aprobara la ley de convenios colectivos franquistas y se eligieran enlaces del sindicato vertical con más libertad. En el País Vasco, no obstante, la mayoría de los trabajadores seguían tomando las elecciones a chufla, votando a Sofía Loren o Cantinflas.
Nicolás tenía ya dos hijos que continuarían la tradición socialista, como lo harían los de su compañero Eduardo López Albizu, o muchos otros. La margen izquierda era una comunidad cerrada de sociabilidad del movimiento obrero donde sobrevivieron las organizaciones socialistas y comunistas en las barriadas tomando chiquitos por las tardes y pasándose noticias de lo que decían los antiguos largocaballeristas, Rodolfo Llopis o Pascual Tomás, secretarios generales del PSOE y UGT, respectivamente. Otras veces se pasaban un recorte de El Socialista con un discurso o un artículo ocurrente de Don Inda, pues después de su muerte siguieron publicándose sus discursos y artículos por la prietista Agrupación Socialista Española de México. Todo ello a pesar de que empezaban a regresar a las organizaciones algunos antiguos negrinistas o seguidores de Largo Caballero anteriormente marginados o expulsados.
Tras el cumplimiento de su condena por Ramón Rubial, un tornero que había formado parte del comité de huelga revolucionaria de octubre de 1934, siguiendo las instrucciones de Prieto, quiso emigrar a México, pero Llopis le pidió que se quedara en Erandio asesorando a Antonio Amat. Poco después de la caída general del otoño de 1958, que detuvo a casi una centena de socialistas de toda España, tanto veteranos de Valencia, Madrid, Málaga o Sevilla como jóvenes mineros de Asturias, y graduados universitarios y abogados socialistas de Madrid, Barcelona y San Sebastián, nombraron a Ramón Rubial, el compañero Pablo, vocal de la ejecutiva del partido socialista, junto al psiquiatra e incipiente escritor, el arrollador Luis Martín Santos. Para la de UGT promovieron al principio a Palomo, el caballerista malagueño Francisco Román, y luego a Gema, Emilio Agüero, residente en Madrid, aunque el camarada Román, al que a veces, dada su simpatía, le daban el nombre de guerra, “chanquete”, ya había dimitido en 1964 cuando murió en accidente de tráfico Martín Santos. Así que la parte clandestina de las comisiones ejecutivas no terminaba de funcionar, pero en 1964 Rubial intervino para constituir la primera comisión permanente de las Ejecutivas socialistas, pasando por ellas, sucesivamente, los históricos Agüero, Cristóbal Cáliz Almirón, Alfonso Fernández Torres, de la Juan Zarrías, la mayor parte andaluces o extremeños residieran o no en Madrid.
Junto a ellos los asturianos y vascos lideraban la organización, pero solamente la incorporación de militantes de la generación de hijos de la guerra a partir de 1967, con Enrique Múgica “Goizalde”, antiguo estudiante de derecho comunista, iba a ir radicalizando posturas. De hecho, la huelga de Bandas, con la que solidarizaron los ugetistas, y que fue la primera emergencia de la nueva izquierda sindical de origen cristiano de la JOC y la HOAC, de la socialista autogestionaria USO, iba a hacer ver a los jóvenes socialistas y ugetistas vascos que había que, como diría Redondo, “radicalizar posturas”.
De hecho, al poco reunieron a la internacional juvenil socialista en Portugalete con asistencia de miembros de la segunda generación del exilio como Manuel Simón o del renacido secretariado femenino y juventudes como Carmen García Bloise o de los exiliados de la disuelta agrupación universitaria ASU, Miguel Ángel Martínez, ya dirigente internacional.
En 1968 Nicolás Redondo impulsó en la Naval la formación de un comité obrero unitario con USO, el PCE y la naciente izquierda abertzale, después de la celebración de unas asambleas y hasta la elección directa de 15 representantes, delegados de los trabajadores en vez de los enlaces sindicales. Al poco algunos fueron detenidos y al comienzo de 1969 se convocó por UGT, Juventudes Socialistas y el PSOE la primera tentativa de huelga general para toda España, coincidiendo poco después el estado de excepción tras las protestas por la muerte del estudiante del Frente de Liberación Popular, Enrique Ruano.
Más de medio centenar de ugetistas fueron encarcelados en el País Vasco y otros muchos como el propio Rubial o Redondo fueron deportados y confinados en localidades de Extremadura y otros lugares. Enrique Múgica se encargó de visitarlos y coordinar a las organizaciones durante el estado de excepción y poco después también se recuperó a Antonio Amat para impulsar la reestructuración de las organizaciones en otros lugares, que andaba en su Vitoria natal desde 1964 alejado de la coordinación tras más de una década como animador de la clandestinidad y el reclutamiento de universitarios y jóvenes o veteranos obreros socialistas.
Al poco el compañero Juan iba a ser promovido a dirigente nacional de las organizaciones, para pasar a ser desde finales de 1970 miembro de las ejecutivas del partido y del sindicato, y luego secretario político, es decir, el principal dirigente de la clandestinidad hasta Suresnes y la elección de Felipe González como primer secretario.
Sin embargo, en un encuentro a tres hace más de diez años con Antón y Nicolás, éste último restaba importancia a todo ello. En realidad, modestamente señalaba que no había hecho otra cosa que cumplir con el legado de su familia y comunidad socialista. Después de 1970 las responsabilidades ocupadas hasta 1994 serían otra época y otra cosa.
Compañero Juan
Desde 1970 se había forjado la unidad de acción del antifranquismo tras años de guerra de la izquierda debido a la herencia de la guerra civil. A partir de entonces, hubo conversaciones para la creación de la plataforma democrática que reuniera a la oposición moderada con las fuerzas del antifascismo histórico sin la exclusión de los comunistas y la nueva izquierda radical. Exponentes regionales de esa unidad de acción fueron la creación de la Asamblea de Cataluña o el Fondo Unitario de Solidaridad Obrera Antifascista en Asturias. No se logró una única postura de cara a las elecciones sindicales de 1971 pero toda la oposición obrera salvo el dominante PCE defendió la abstención.
En el País Vasco la protesta obrera había dado lugar en 1973 a la creación de una plataforma unitaria reivindicativa entre UGT, CCOO y USO, que trajo consigo la detención de los líderes socialistas, Nicolás Redondo y su estrecho colaborador José Antonio Saracibar, y comunistas, como Tomás Tueros. En ese contexto, también habían sido detenidas las direcciones de USO y de CCOO en 1972. Los dirigentes de CCOO habían ido detenidos en una reunión donde debatían el futuro de la unidad sindical tras la liquidación del Sindicato Vertical y el final del franquismo. Ello dio lugar a una campaña en solidaridad con los dirigentes de CCOO que se conocería como el proceso 1001.
La campaña de solidaridad tuvo dos vertientes adicionales. Por un lado, UGT y USO, sin dejar de solidarizarse con Comisiones, quisieron también extender hacia sus organizaciones las campañas de solidaridad contra la represión de sus dirigentes, a pesar de estar ambas organizaciones inmersas en un proceso de reestructuración después de crisis internas y escisiones. De este modo, en el verano de 1973 el último congreso de UGT en el exilio contó con la asistencia de delegaciones de USO, y Redondo, compañero Juan, fue confirmado en ausencia como primus interpares del sindicato, además de desempeñar la secretaría política del PSOE.
Por el otro, la concertación unitaria antifranquista entre la oposición obrera llevó a realizar un proyecto de huelga general con ocasión del comienzo del proceso contra la plana mayor de Comisiones Obreras. A estas reuniones en Madrid asistieron representantes de la izquierda radical, que incluía a nuevas formaciones procedentes de ETA como el Movimiento Comunista. El representante de la UGT y del PSOE apoyó el proyecto de huelga general siempre que ETA no utilizara la violencia. Sin embargo, ETA siguió con sus planes de hacer coincidir la huelga general con un atentado mortal que convirtiera el día en una situación prerrevolucionaria. No parece que terminaran avanzando los proyectos de una huelga general, pero lo interesante es que todavía en 1973 se planteara esa posibilidad de movilización que había constituido un mito antifranquista desde la convocatoria sin éxito por el PCE de la Huelga Nacional Pacífica en 1959.
Finalmente, el inicio del juicio contra CCOO coincidió con el atentado mortal contra el presidente Carrero Blanco sin que la oposición obrera se lanzase a la huelga general. Se podría decir que el atentado a primeras horas de la mañana del día provocó una reacción de miedo, paralizando también las acciones de solidaridad en el espacio público. A pesar de la conmoción por el asesinato de Carrero Blanco, Marcelino Camacho fue condenado a veinte años de prisión, mientras que otros dirigentes se quedaron con pena de entre 17 y 12 años. Las penas serían rebajadas un año después.
Por su lado, Nicolás Redondo y la dirección de USO vieron postergados sus procesos en el Tribunal de Orden Público, aunque el líder socialista fue despedido de la fábrica, quedando liberado por la organización, decidiendo dedicarse a la reorganización de UGT.
La reacción franquista trajo consigo amenazas de represión generalizada contra los dirigentes obreros, siendo detenidos socialistas como Joaquín Jou Fonollá dirigente del PSOE en Cataluña y muchos otros. No hubo una represión generalizada y no se promulgó el estado de guerra como pedían algunos franquistas, pero el antiguo director de policía, Carlos Arias Navarro, terminó siendo nombrado presidente del gobierno franquista, lo que contentó a los duros del régimen, que pronto serían conocidos como el bunker.
No hubo nuevos proyectos de huelga general revolucionaria, salvo en el País Vasco donde a finales de 1974 hubo una convocatoria con bastante éxito. No obstante, en 1974 se creó la Junta Democrática con secciones en muchas localidades y centros universitarios, mientras que el PSOE, los nacionalistas vascos y la oposición moderada comenzaron a preparar la Plataforma de Convergencia Democrática, que incluiría en 1975 por primera vez a organizaciones de la izquierda radical.
Un año después se celebró el primer congreso socialista en Madrid en la semiclandestinidad, el XXX de UGT, donde el compañero Juan, volvió a ser Nico, Nicolás Redondo, un líder socialista y ugetista ya hombre público, para reconstruir el sindicato durante casi veinte años a la par que Felipe González lideraba al PSOE y le llevaba a una larga etapa de gobierno en el que se consolidó el estado del bienestar pese a la crisis, se aprobó la ley orgánica de Libertad Sindical y España volvió a Europa, de donde no se había ido nunca la UGT aún bajo la bota de Hitler y en los comienzos de la reconstrucción del sindicalismo y las instituciones europeas.
Abdón Mateos, catedrático de Historia, vocal asesor de la agencia de acreditación del Ministerio de Universidades, miembro de FETE-UGT y ex secretario general de ASU