La efímera doble vida de Abdón Mateos (I)
En el año de 2008 siguiendo los pasos de Humboldt quise conocer Costa Firme en América del Sur. Gracias a la Universidad Nacional llegué a Caracas en plena revolución bolivariana. De adolescente había leído la biografía de Bolívar el peor enemigo del imperio en América española a cargo del embajador, catedrático oxoniense y polígrafo Don Salvador, quien llegaría a antifranquista furibundo y presidente del europeísmo liberal después de haberse declarado partidario de la democracia orgánica. En realidad, Madariaga se había declarado miembro de la Tercera España refugiándose fuera de la piel de toro cuando empezó la guerra civil. El caso es que había representado antes a la España republicana ante la Sociedad de Naciones y nombrado efímero ministro por el antiguo emperador del Paralelo devenido en republicano de centro derecha.
Pero volvamos a la aventura del profesor socialista Mateos en el mundo tropical. El caso es que simpatizante del socialismo libertario de Proudhon y miembro antiguo de la corriente Izquierda Socialista, ya desencantado de la vida política tras los largos años del felipismo, Abdón sentía curiosidad por el llamado socialismo del siglo Xxi de Chávez. ¿Era posible construir la igualdad y fraternidad en el mundo de la raza cósmica que había pronosticado el revolucionario mexicano y luego hispanista partidario de Franco, el intelectual Vasconcelos?
Mateos había salido de la academia de Artillería en 1983 al terminar la carrera de Historia. En su versatilidad era actor de teatro desde los quince años, socorrista de la Cruz Roja y estudiante de la especialidad de Sociología Política, una segunda licenciatura. Después de manejar todo el tipo de armamento y disparar cañones en el monte Teleno maragato y de haberse entrenado en Tenerife cuando ganó Felipe y todavía había ruido de sables, Mateos se incorporó al ejército bolivariano en unas vacaciones. Como había llegado a formar a un regimiento en Colmenar en 1985. Como Aníbal, su nombre de guerra, había formado a un regimiento en Colmenar viejo un día que cayó una gran nevada ya que era el mando de más categoría y antiguo presente. Tuvo que rendir homenaje a la bandera y puso su voz más potente gracias a su experiencia como galán de teatro. Mil hombres formados con el fusil obedeciendo sus órdenes. Lástima que no hubieran jurado bandera y tenían todavía escasa instrucción, aunque el suboficial de infantería y abogado Crespo le explicaba todas las tardes como montar y limpiar el cetme o apuntar. Lo de las granadas y metralletas era más complicado. A Aníbal, entrenado en Hoy Fría unos años antes, lo que le gustaba era correr media hora con la compañía todos los días a la hora del aperitivo. Luego., antes del rancho de la comida, una ducha de agua fría. Otros mandos como se tomaban un bocadillo de panceta o chorizo frito a las 11 después de las carreras en formación con el armamento a cuestas, no gustaban de correr media hora antes de mediodía.
El caso es que Mateos al llegar a Venezuela encontró a unos antiguos reclutas hispano venezolanos que se habían integrado en el ejército bolivariano y le saludaron como coronel Aníbal. La chirigota y el ron hicieron el resto porque al rato estos oficiales españoles del ejército bolivariano se encontraron con el comandante Chávez. Presentaron a Mateos como coronel Aníbal canario. Chávez se río a colmillo batiente y le trató como coronel canario, como fueron algunos ancestros del padre de la patria grande, el gran Bolívar.
Mateos le dijo que había que hacer homenaje también al gran revolucionario antiimperialista de América del Norte, el inmortal Benito. Así que iba al menos a adoptar como segundo nombre el del gran Juárez. Y así fue conocido y ascendido a general del Ejército bolivariano en sus estancias en la tierra de la raza cósmica. Incluso tras actuar como fiscal militar en un juicio a un compañero, encausado por corrupción, ya saben en 2010 era todavía tiempos de revolución y de llamados a la independencia económica respecto al capitalismo internacional
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