Fernando Morán fue quizá el principal intelectual político de los gobiernos de época socialista de Felipe González. Ha sido caracterizado como una gran personalidad que reunía la complejidad y la contradicción, dentro de una gran brillantez, cultura e inteligencia. A menudo, su trayectoria da la sensación de que su verdadera vocación fue la de escritor.
Niño de la guerra en Asturias dentro de una familia de la burguesía ilustrada cuyo abuelo había hecho fortuna en Cuba, accedió a la carrera diplomática en 1952, vinculándose a Enrique Tierno Galván en 1956 en la Asociación Funcional para la Unidad Europea y tomando contacto con los seguidores de Dionisio Ridruejo. Destinado a Sudáfrica entre 1957 y 1960; estuvo muy cercano siempre a los problemas africanos, de forma especial la descolonización de Guinea Ecuatorial y las relaciones con Marruecos. Entre 1964 y 1968 fue destinado a Lisboa, anudando los vínculos entre el “Viejo Profesor” y Mario Soares. En esos años fue también enlace de los tiernistas con don Juan de Borbón en Estoril.
Participó en las siguientes operaciones políticas de Tierno Galván, como fueron el Frente Unido Socialista Español (1964), el Partido Socialista en el Interior (1968) y el Partido Socialista Popular (1974). Fue cónsul general en Londres con Fraga de embajador hasta su retorno a Madrid en 1976 como Director General, tocándole vivir el ingreso del Reino Unido en el Mercado Común Europeo y el retorno al poder de los laboristas británicos con Harold Wilson.
Candidato sin éxito del PSP al Congreso de los Diputados por Madrid en junio de 1977, fue elegido senador por Asturias en mayo de 1978 tras la unidad con el PSOE y la renuncia del comunista Wenceslao Roces, que procedía del exilio en México. Su hijo Fernando fue el primer secretario de la reconstituida Agrupación Socialista Universitaria en 1977, continuando como su padre la carrera diplomática.
Formado en la época del ministro franquista Fernando Castiella, Morán fue un defensor de la autonomía de España en el bloque occidental, cercano a la postura francesa de no formar parte de la estructura de mando militar de la OTAN.
En 1980, con el PSOE en la oposición y como portavoz de los temas Internacionales en el Senado, publicó Una política exterior para España que defendía el mantenimiento del statu quo que evitara la satelización y la alteración del equilibrio de los Bloques de la Guerra Fría. Por ello, su paso por el Ministerio de Asuntos Exteriores duró apenas tres años, abriendo la verja de Gibraltar y firmando la incorporación a la CEE. Discrepó del apoyo al despliegue de los euromisiles por parte de Felipe González y de la obligada interrelación entre la OTAN y la CEE, así como del postergamiento del referéndum. Su gestión permitió superar las tensiones con Francia hasta el punto de hablarse de nuevo pacto de familia entre los dos países.
Después de su paso por las Naciones Unidas, encabezó la candidatura del PSOE en las elecciones europeas de 1989 y 1994, manteniéndose alejado de las luchas internas entre guerristas y “renovadores”, aunque estuvo más cercano a Alfonso Guerra que a Felipe González. Vinculado a Izquierda Socialista perteneció al Comité Federal del PSOE entre 1990 y 2000. Ganó unas reñidas primarias para alcalde de Madrid en 1998 frente a Joaquín Leguina, dimitiendo como concejal y portavoz socialista en diciembre del 2000, siendo sustituido por Rafael Simancas, nuevo secretario general del PSOE en Madrid.
A partir de entonces Morán se dedicó a la escritura, destacando el libro de vivencias Palimpsesto (2002) en las que recoge viajes, relaciones y reflexiones sobre el orden internacional y la política española. Este libro culminaba una larga trayectoria creadora como novelista y ensayista que había comenzado en 1958 con el libro También se muere en el mar.
Mostró siempre una gran sensibilidad hacia la Historia, acordando la accesibilidad de los archivos diplomáticos con veinticinco años de antigüedad de los documentos, lo que nos homologaba, entonces, con la mayoría de los países de Europa Occidental. La realidad actual es de regresión en el acceso a las fuentes primarias, si bien hoy en día una norma así debería cubrir toda la etapa de gobierno de Felipe González mientras que, entonces, la apertura afectaba a las dos primeras décadas de la dictadura franquista.
Publicado en El Obrero, 20 de febrero de 2020